La viticultura ha ido evolucionando desde sus orígenes ancestrales hasta nuestros tiempos, estableciéndose diferencias de unas regiones a otras atendiendo a factores como son la zona geográfica, el relieve o la altitud de los viñedos. Dentro de las diferentes maneras de cultivar la vid, existe una muy peculiar dada las condiciones orográficas del terreno, conocida como la viticultura heroica, siendo las plantaciones de la Ribeira Sacra una de las más representativas. Situada en el interior de Galicia, en una zona de una alta riqueza paisajística de impronta y reconocimiento universal, comprendiendo el sur de la provincia de Lugo y el norte de Orense. Allí, los ríos Sil, Miño y Cabe surcan con sus aguas en formas de meandros e imponentes cañones atravesando terrenos abruptos con pronunciadas laderas. Es en ellas, donde en terrazas o bancales se distribuye el viñedo, suponiendo únicamente el 5,2 % de todo el suelo dedicado a su cultivo en esta comunidad. Son lugares de difícil acceso para el viticultor y donde la orografía impide la mecanización para la realización de las tareas propias del cuidado de la vid. La historia de la Ribeira Sacra se remonta a la época de los romanos, a los que se les atribuye las primeras plantaciones de vides en este área, siendo los encargados de dotar al terreno de su estructura y configuración en forma escalonada. Posteriormente, fueron los monjes los que prosiguieron con el afianzamiento de la viticultura, perfeccionaron los métodos de trabajo, habitando por númerosos puntos de la comarca, hecho que queda de manifiesto en la gran cantidad de ermitas y monasterios de origen medieval que podemos advertir actualmente en la zona, los cuales forman parte del patrimonio histórico-cultural de Galicia. A pesar de estos remotos orígenes, no fue hasta el año 1.996 cuando La Ribeira Sacra se erigió como Denominación de Origen, estableciéndose las bases de la normativa que regula el origen, la calidad y promoción de sus vinos. En cuanto a los tipos de uva, la variedad Mencía es la predominante en la región vinícola. En menor porcentaje se cultivan otras, potenciándose en la medida de lo posible el cultivo de variedades autóctonas gallegas adaptadas, buscando a través de ellas la máxima expresión del terroir y una idiosincrasia propia de la región. Como variedades blancas preferentes están el Albariño, Loureira, Treixadura, Godello, Dona Branca y Torrontés. Como variedades tintas preferentes además de la Mencía aparecen la Brancellao, Merenzao, Tempranillo, Sousón y Caiño Tinto, y en la clasificación de las tintas autorizadas se encuentran la Garnacha Tintorera y Mouratón. Las características de los suelos son determinantes en la configuración final de las cualidades organolépticas que se aprecian en estos vinos una vez servidos en copa. Suelos pizarrosos graníticos y de esquistos están presentes en diferentes proporciones según la zona en que se encuentren. A estos aspectos hay que sumarle que la Ribeira Sacra es un lugar de confluencia de distintas sensaciones térmicas y pluviométricas, dada la coexistencia de la climatología atlántica y la que procede de la vertiente mediterránea, originando como consecuencia de ello, un microclima muy apto para el desarrollo de la vid. El momento culmen de la viticultura heroica se vive con la vendimia. Laderas escarpadas que pueden llegar a alcanzar pendientes de un 80-85 % de inclinación, hacen que las tareas de recolección se conviertan en una auténtica proeza.